domingo, 3 de marzo de 2013

Debe estar bueno eso de soñar (Cap.I)


       - Debe estar bueno eso de soñar. Cuando me cuentan un sueño, me imagino teniendo, aunque sea, una pesadilla. Pero no, nada. Nunca un sueño. Están frente al único hombre del mundo que no puede soñar. Los médicos no saben por qué, los psicólogos dicen que me estoy auto-inhibiendo, ni siquiera mis colegas escritores (soñadores por vocación) aciertan a dar con la respuesta. Parece que estoy condenado a una vida sin sueños.
       - ¡Calláte Martín! A nadie le importan tus cuentos…
       - No, pa, dejálo hablar -interrumpió Mara-, me interesa su historia.
       - Igual -continuó el joven-, No hay mucha más historia. Es simplemente eso: Me acuesto y no sueño.
       - Pero tiene que haber un motivo de que no sueñes, no podés haber nacido así. 
El comentario de Mara no le agradó mucho a Don Luis, su padre. Una cosa era recibir en la casa al joven que había compartido siete años de amistad con su ahora difunto hijo, Lucas. Pero que su hija se interese en un escritor, era algo que no iba a soportar.
       - Bueno, -dijo levantándose del sillón- ya va siendo hora de irnos a dormir…
       -¡No, pa! –protestó la veinteañera- ¡Quiero saber qué le pasa a Martín!
       - Lo que le pasa a Martín es que tiene poca imaginación, por eso ni sueña ni vende. A dormir.
       - Está bien, pero mañana seguimos investigando –se resignó la muchacha-. Chau, pa. Chau, Martín.
       - Chau, Mara. Hasta mañana. –respondieron al unísono.
       Mara soltó una risa sobradora y se fue a su habitación. Frente al fuego del hogar, los dos hombres continuaron su conversación.
       - Dejáte con esas historias, que Marita se las cree.
       - ¿Acaso usted no me cree, Don Luis?
       - En lo más mínimo. No me vas a decir que hablabas en serio, ¿no?
       - ¿Por qué jugaría con algo así?  
       - Porque sos escritor, jugás con lo que tenés a mano. Y sigo sin creerte.
       - Lo entiendo Don Luis, yo tampoco me creería. Un escritor sin sueños, ¡Impensable!
       - No, impensable no: imposible.
       - No, Don Luis, imposible no es porque me pasa, por más imposible que suene. Nunca en mi vida he tenido un sueño.
       - Mara puede ser bastante crédula Martín, pero a mí no me engrupís. Andáte a dormir, dale, que mañana te necesito despierto.
       Dicho esto, cada cual fue a su habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario