Hoy, es el cumpleaños de mi mejor amiga.
Hoy, en cuanto me desperté, me acordé de una chica que escribe exactamente como a mi me gusta.
Hoy, no tengo dudas de que ella es un parte clave en mi vida.
Hoy, tengo gimnasia y estoy llegando bastante tarde por escribirle esto.
Hoy, ahora, estoy mirando un sombrero de vaquita con mucho recorrido.
Hoy, leí un capítulo nuevo de la saga de libros que ella me recomendó, y por la cual se enojó al enterarse de que yo no los había leído nunca.
Hoy, pienso en ella y hay una estrella que sonríe, y otra que está ahí, con el nombre mal puesto todavía.
Hoy, ella me retó por algo que no es mi culpa, y yo la reté porque no leyó mi mensaje.
Hoy, pasaron muchas cosas (muchas más de las que acabo de decir, pero, como dije, me tengo que ir a gimnasia), que, sin ella, nunca hubiesen pasado.
Hoy, le hablo a esa Picasso atrás del Guernica.
Hoy, le mando un feliz cumpleaños a mi pequeña bolchevique.
Si alguna vez vieron y se interesaron en el Guernica, de Picasso, sabrán la terrible historia de la guerra civil española que representa. Sabrán cómo Picasso mostraba el dolor y la angustia con el cubismo, sabrán qué significa cada personaje, sabrán qué quiso mostrar Picasso. Pero, ¿Y si Guernica no significa eso?¿Y si escondido en el Guernica se encuentra un Picasso que no quiso decir lo que pensamos? Hoy, juego a ser ese Picasso escondido, que escribe desde su Guernica.
martes, 16 de abril de 2013
sábado, 13 de abril de 2013
Debe estar bueno eso de soñar (Cap. IV)
Un 17 de septiembre, los médicos
proponían la idea de desconectarlo de los aparatos que mantenían a Martín con
vida. Luis ya había dejado hace mucho tiempo la esperanza de que el ya crecido muchacho abriera los ojos.
Pero lo hizo.
- Tuve un sueño.
Mara, concentrada en la literatura de
Sábato, saltó de la silla y cayó de espaldas al suelo. Cuando pudo recomponerse
del susto, aventuró:
- ¿Qué? ¡Martín!
- Tuve mi primer sueño.
Mara tardó unos segundos en entender lo que
Martín decía.
-
¡Calláte Martín!, Ese juego ya pasó, lo impor…
- Ni pasó ni fue un juego –Martín
parecía apurado por explicarse-, tuve mi primer sueño. Fue horrible.
- Tranquilizate Martín, juego o no, no
es la prioridad ahora, ¿Si?
-
Mis cuentos, ¿Dónde están mis cuentos?
- En casa Martín, quedat…
- No los publicaste, ¿Por qué no los
publicaste?
- Lo intenté, pero la editorial…
- Mi sueño. Mi sueño fue horrible Mara.
Soñé que no podía soñar.
- ¿No era eso lo que te pasaba? –Mara
aún no lograba comprender tanta efusividad.
- No Mara, no. Yo no podía soñar con los
ojos cerrados, cuando dormía. Pero cuando los tenía abiertos soñaba todo el
tiempo. Mara, ¿Dónde están mis libros?
- En… en casa Martín…
- ¿¡Porqué no los publicaste!?
- ¡Los rechazaron Martín! ¡¡Los
rechazaron a todos!! -el grito no parecía un grito de furia; Más bien, sonó a
un pedido de auxilio.
Allí finalizó la conversación. Martín
miró por un segundo a Mara. La desesperación desbordaba en sus ojos. Una sola
lágrima rodó por su mejilla. El silencio en la sala sonaba fuerte. No era un
silencio común, ese silencio ardía en el pecho del joven. Ese silencio dolía. Sus se pusieron en blanco, al tiempo que su dueño comenzaba a
convulsionar sin control.
- ¡Martín! ¡¡MARTÍN!!
Los médicos lo llamaron Ataque Cerebro
Vascular. Mara dice que los Atacados fueron sus Sueños.
Me gusta soñarte
El otro día escuché a alguien decir:
"De qué me sirve soñarte si no puedo despertarme
y ver que no solo te soñé"
Disculpen si lastimo a ese alguien, pero me pareció una idiotez.
El amor no es tener a esa persona a un lado, no es verla todos los días, no es acosarla con tu amor. El amor es ese sujeto tácito en el poema: Alguien que existe, pero que no tiene que estar presente para ser el centro de una vida. Atar a ese amor a tu idea de amor es, probablemente, el peor error que se pueda cometer. Si te despertaste sin ella al lado, volvé a dormir e intentá soñarla; no la llames para decirle que soñaste con ella, porque por ahí ella también está soñando con vos... y la despertaste.
"De qué me sirve soñarte si no puedo despertarme
y ver que no solo te soñé"
Disculpen si lastimo a ese alguien, pero me pareció una idiotez.
El amor no es tener a esa persona a un lado, no es verla todos los días, no es acosarla con tu amor. El amor es ese sujeto tácito en el poema: Alguien que existe, pero que no tiene que estar presente para ser el centro de una vida. Atar a ese amor a tu idea de amor es, probablemente, el peor error que se pueda cometer. Si te despertaste sin ella al lado, volvé a dormir e intentá soñarla; no la llames para decirle que soñaste con ella, porque por ahí ella también está soñando con vos... y la despertaste.
sábado, 6 de abril de 2013
Rostros de Vos (Mario Benedetti)
Tengo una soledad tan concurrida,
tan llenas de nostalgias y de rostros de vos,
de adioses hace tiempo, y besos bienvenidos,
de primera de cambio y de último vagón.
Tengo una soledad tan concurrida
que puedo organizarla como una procesión
por colores, tamaños y promesas;
Por época, por tacto y por sabores.
Sin un temblor de más me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten con tu rostro de vos.
Estoy lleno de sombras , de noches y deseos de risas;
De alguna maldición.
Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños.
Con sus rencores nuevos, su falta de candor.
Yo les pongo una escoba tras la puerta,
porque quiero estar solo con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos mira para otra parte
con sus ojos de amor, que ya no aman,
como víveres que buscan a su hambre
miran y miran, y apagan mi jornada.
Las paredes se van, queda la noche.
Las nostalgias se van, no queda nada.
Ya mi rostro de vos cierra sus ojos.
Y es una soledad tan desolada
tan llenas de nostalgias y de rostros de vos,
de adioses hace tiempo, y besos bienvenidos,
de primera de cambio y de último vagón.
Tengo una soledad tan concurrida
que puedo organizarla como una procesión
por colores, tamaños y promesas;
Por época, por tacto y por sabores.
Sin un temblor de más me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten con tu rostro de vos.
Estoy lleno de sombras , de noches y deseos de risas;
De alguna maldición.
Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños.
Con sus rencores nuevos, su falta de candor.
Yo les pongo una escoba tras la puerta,
porque quiero estar solo con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos mira para otra parte
con sus ojos de amor, que ya no aman,
como víveres que buscan a su hambre
miran y miran, y apagan mi jornada.
Las paredes se van, queda la noche.
Las nostalgias se van, no queda nada.
Ya mi rostro de vos cierra sus ojos.
Y es una soledad tan desolada
Debe estar bueno eso de soñar (Cap. III)
Luis se hizo cargo de todos los gastos,
pero los médicos decían que solo podían esperar. Mara iba todos los martes,
miércoles y sábados a visitarlo. Le leía la novela inconclusa una y otra vez,
como si la abrupta interrupción del relato lo obligase a despertarse para
finalizarlo.
- ¿Cuál es tu opinión de Martín, pa?
- ¿Cómo? –Luis no esperaba esa pregunta.
- Lo que escuchaste, ¿Qué pensás vos de
Martín?
Luis pensó cuidadosamente su respuesta.
- Unos años atrás, te hubiese respondido
que probablemente era un mujeriego que engañaba pibas con sus historias, y que
se estaba haciendo el pobrecito en casa para tener dónde dormir sin que le
cobren un mango. No me mires así, mi hija se estaba enamorando de un escritor
que no hacía más que recordarme a Lucas. Hoy solamente quiero que se despierte.
Mara no respondió. Simplemente volvió a
mirar a Martín.
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