martes, 16 de abril de 2013

Hoy por hoy

Hoy, es el cumpleaños de mi mejor amiga.
Hoy, en cuanto me desperté, me acordé de una chica que escribe exactamente como a mi me gusta.
Hoy, no tengo dudas de que ella es un parte clave en mi vida.
Hoy, tengo gimnasia y estoy llegando bastante tarde por escribirle esto.
Hoy, ahora, estoy mirando un sombrero de vaquita con mucho recorrido.
Hoy, leí un capítulo nuevo de la saga de libros que ella me recomendó, y por la cual se enojó al enterarse de que yo no los había leído nunca.
Hoy, pienso en ella y hay una estrella que sonríe, y otra que está ahí, con el nombre mal puesto todavía.
Hoy, ella me retó por algo que no es mi culpa, y yo la reté porque no leyó mi mensaje.
Hoy, pasaron muchas cosas (muchas más de las que acabo de decir, pero, como dije, me tengo que ir a gimnasia), que, sin ella, nunca hubiesen pasado.
Hoy, le hablo a esa Picasso atrás del Guernica.
Hoy, le mando un feliz cumpleaños a mi pequeña bolchevique.

sábado, 13 de abril de 2013

Debe estar bueno eso de soñar (Cap. IV)


       Un 17 de septiembre, los médicos proponían la idea de desconectarlo de los aparatos que mantenían a Martín con vida. Luis ya había dejado hace mucho tiempo la esperanza de  que el ya crecido muchacho abriera los ojos. Pero lo hizo.
       - Tuve un sueño.
       Mara, concentrada en la literatura de Sábato, saltó de la silla y cayó de espaldas al suelo. Cuando pudo recomponerse del susto, aventuró:
       - ¿Qué? ¡Martín!
       - Tuve mi primer sueño.
       Mara tardó unos segundos en entender lo que Martín decía.
       - ¡Calláte Martín!, Ese juego ya pasó, lo impor…
       - Ni pasó ni fue un juego –Martín parecía apurado por explicarse-, tuve mi primer sueño. Fue horrible.
       - Tranquilizate Martín, juego o no, no es la prioridad ahora, ¿Si?
       - Mis cuentos, ¿Dónde están mis cuentos?
       - En casa Martín, quedat…
       - No los publicaste, ¿Por qué no los publicaste?
       - Lo intenté, pero la editorial…
       - Mi sueño. Mi sueño fue horrible Mara. Soñé que no podía soñar.
       - ¿No era eso lo que te pasaba? –Mara aún no lograba comprender tanta efusividad.
       - No Mara, no. Yo no podía soñar con los ojos cerrados, cuando dormía. Pero cuando los tenía abiertos soñaba todo el tiempo. Mara, ¿Dónde están mis libros?
       - En… en casa Martín…
       - ¿¡Porqué no los publicaste!?
       - ¡Los rechazaron Martín! ¡¡Los rechazaron a todos!! -el grito no parecía un grito de furia; Más bien, sonó a un pedido de auxilio.
       Allí finalizó la conversación. Martín miró por un segundo a Mara. La desesperación desbordaba en sus ojos. Una sola lágrima rodó por su mejilla. El silencio en la sala sonaba fuerte. No era un silencio común, ese silencio ardía en el pecho del joven. Ese silencio dolía. Sus se pusieron en blanco, al tiempo que su dueño comenzaba a convulsionar sin control.
       - ¡Martín! ¡¡MARTÍN!!
        Los médicos lo llamaron Ataque Cerebro Vascular. Mara dice que los Atacados fueron sus Sueños.

Me gusta soñarte

El otro día escuché a alguien decir:
 "De qué me sirve soñarte si no puedo despertarme 
  y ver que no solo te soñé"
Disculpen si lastimo a ese alguien, pero me pareció una idiotez.
El amor no es tener a esa persona a un lado, no es verla todos los días, no es acosarla con tu amor. El amor es ese sujeto tácito en el poema: Alguien que existe, pero que no tiene que estar presente para ser el centro de una vida. Atar a ese amor a tu idea de amor es, probablemente, el peor error que se pueda cometer. Si te despertaste sin ella al lado, volvé a dormir e intentá soñarla; no la llames para decirle que soñaste con ella, porque por ahí ella también está soñando con vos... y la despertaste.

sábado, 6 de abril de 2013

Rostros de Vos (Mario Benedetti)

Tengo una soledad tan concurrida,
tan llenas de nostalgias y de rostros de vos,
de adioses hace tiempo, y besos bienvenidos,
de primera de cambio y de último vagón.
Tengo una soledad tan concurrida
que puedo organizarla como una procesión
por colores, tamaños y promesas;
Por época, por tacto y por sabores.
Sin un temblor de más me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten con tu rostro de vos.
Estoy lleno de sombras , de noches y deseos de risas;
De alguna maldición.
Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños.
Con sus rencores nuevos, su falta de candor.
Yo les pongo una escoba tras la puerta,
porque quiero estar solo con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos mira para otra parte
con sus ojos de amor, que ya no aman,
como víveres que buscan a su hambre
miran y miran, y apagan mi jornada.
Las paredes se van, queda la noche.
Las nostalgias se van, no queda nada.
Ya mi rostro de vos cierra sus ojos.

Y es una soledad tan desolada

Debe estar bueno eso de soñar (Cap. III)


       Luis se hizo cargo de todos los gastos, pero los médicos decían que solo podían esperar. Mara iba todos los martes, miércoles y sábados a visitarlo. Le leía la novela inconclusa una y otra vez, como si la abrupta interrupción del relato lo obligase a despertarse para finalizarlo.
       - ¿Cuál es tu opinión de Martín, pa?
       - ¿Cómo? –Luis no esperaba esa pregunta.
       - Lo que escuchaste, ¿Qué pensás vos de Martín?
       Luis pensó cuidadosamente su respuesta.
       - Unos años atrás, te hubiese respondido que probablemente era un mujeriego que engañaba pibas con sus historias, y que se estaba haciendo el pobrecito en casa para tener dónde dormir sin que le cobren un mango. No me mires así, mi hija se estaba enamorando de un escritor que no hacía más que recordarme a Lucas. Hoy solamente quiero que se despierte.
       Mara no respondió. Simplemente volvió a mirar a Martín.