miércoles, 14 de mayo de 2014

Vidas Servidas

La oscuridad se sonreía, maliciosa y errante.
Sus ojos me sondeaban intrigados, buscando furtivos
un momento idóneo donde atormentar mi ser.
De vez en cuando lo logran, tal vez a fuerza de mi necia naturaleza.
Y solo entonces ella logra atravesarme y quedo a su
completa merced, en un insaciable mar de
que goza de inundar mi ser, y mi voz.
En ocasiones, hasta ha querido salpicar mi Vos.
Mas ni yo ni nadie podemos escapar de Maquiavelo.
Somos marionetas de esta incertidumbre sin palabras,
sin filias y sin saberes.
¿Qué platónico ser me rescatará de mis cavernas,
de mis sombras privadas y personales?
¿Qué virgiliano ente se dejará ser en sueños,
o tal vez en sueños de libros,
para guiarme por cielos e infiernos?
Podrá tener nombre, o nombres, o acaso
no los necesite; O no necesite yo poseerlos en mi haber.
Podrá tener cuerpos vivos, que latan en carne, o en tinta;
Que fluyan en sangre, o en mis oídos.
Podrá ser quien no crea capaz, y me ahonde yo entonces
aún más en mis inocentes falacias.
O podrá no ser quien crea adecuado, y deguste yo
nuevas gotas de inconsciencia forastera.
Eres tú.
Y soy yo.
Y no es nadie, y son todos, y es incluso nada y todo
confluyendo, y ninguna de las dos a su vez.
Es mi vivir encontrarle, o encontrarles, y  no hacerlo también.
Con algo más que azar a mi favor, la calidez de un resplandor
me iluminará de vez en cuando. Y tal vez tenga tu nombre. Tu Vos.