martes, 21 de enero de 2014

Para leer en silencio

Y es que es solo cuando la quietud circundante me inunda que me pierdo por allí.
No cuando mis fantasmas se tornan efusivos.
Nunca en el instante donde mis lágrimas se confundieran con mi sangre; No.
El dolor no es permitido allí.
Shh. Silencio. Tal vez, si acallamos nuestro pensar por un momento, logramos encontrarlo.
Ahí está, ¿Lo sientes? ¿Logras percibirla?
Esa marea que, la que con su vaivén lleva mi boca, mis manos, mis ojos.
Esta brisa casi imperceptible que logra sin esfuerzos reanudar el movimiento dentro de mi corazón.
Shh. Háblale sin sonidos. No tengas miedo. Escúchale. Escúchate...
Tantos se han perdido en tu orilla, mi sitio amado.
No me abandones hoy, que tal vez mañana no te haya podido olvidar.
Tienes muchos nombres, pero hoy solo conozco uno. Y es el único indispensable.
Y es que tu toque sopló dentro mío. Y dentro de todos. Y de nadie, sin dudarlo.
¿Estás atento, intruso? ¿Qué sientes al perpetrar mi alma en lo más profundo de su naturaleza?
Hoy te he permitido violar mi adicción más pura. Y nunca más volverás aquí.
Porque has visto dentro de mí, y por obra mis manos traidoras, el que es mi amor más irracional.
El lugar donde la Oscuridad no sobrepasa su encierro de letras y tinta.
Ese lugar de luz palpable y Violetas diluidas en aguas donde reposar.
Bienvenido, oh Forastero, a mi Lugar Secreto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario