Un 17 de septiembre, los médicos
proponían la idea de desconectarlo de los aparatos que mantenían a Martín con
vida. Luis ya había dejado hace mucho tiempo la esperanza de que el ya crecido muchacho abriera los ojos.
Pero lo hizo.
- Tuve un sueño.
Mara, concentrada en la literatura de
Sábato, saltó de la silla y cayó de espaldas al suelo. Cuando pudo recomponerse
del susto, aventuró:
- ¿Qué? ¡Martín!
- Tuve mi primer sueño.
Mara tardó unos segundos en entender lo que
Martín decía.
-
¡Calláte Martín!, Ese juego ya pasó, lo impor…
- Ni pasó ni fue un juego –Martín
parecía apurado por explicarse-, tuve mi primer sueño. Fue horrible.
- Tranquilizate Martín, juego o no, no
es la prioridad ahora, ¿Si?
-
Mis cuentos, ¿Dónde están mis cuentos?
- En casa Martín, quedat…
- No los publicaste, ¿Por qué no los
publicaste?
- Lo intenté, pero la editorial…
- Mi sueño. Mi sueño fue horrible Mara.
Soñé que no podía soñar.
- ¿No era eso lo que te pasaba? –Mara
aún no lograba comprender tanta efusividad.
- No Mara, no. Yo no podía soñar con los
ojos cerrados, cuando dormía. Pero cuando los tenía abiertos soñaba todo el
tiempo. Mara, ¿Dónde están mis libros?
- En… en casa Martín…
- ¿¡Porqué no los publicaste!?
- ¡Los rechazaron Martín! ¡¡Los
rechazaron a todos!! -el grito no parecía un grito de furia; Más bien, sonó a
un pedido de auxilio.
Allí finalizó la conversación. Martín
miró por un segundo a Mara. La desesperación desbordaba en sus ojos. Una sola
lágrima rodó por su mejilla. El silencio en la sala sonaba fuerte. No era un
silencio común, ese silencio ardía en el pecho del joven. Ese silencio dolía. Sus se pusieron en blanco, al tiempo que su dueño comenzaba a
convulsionar sin control.
- ¡Martín! ¡¡MARTÍN!!
Los médicos lo llamaron Ataque Cerebro
Vascular. Mara dice que los Atacados fueron sus Sueños.
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