Luis se hizo cargo de todos los gastos,
pero los médicos decían que solo podían esperar. Mara iba todos los martes,
miércoles y sábados a visitarlo. Le leía la novela inconclusa una y otra vez,
como si la abrupta interrupción del relato lo obligase a despertarse para
finalizarlo.
- ¿Cuál es tu opinión de Martín, pa?
- ¿Cómo? –Luis no esperaba esa pregunta.
- Lo que escuchaste, ¿Qué pensás vos de
Martín?
Luis pensó cuidadosamente su respuesta.
- Unos años atrás, te hubiese respondido
que probablemente era un mujeriego que engañaba pibas con sus historias, y que
se estaba haciendo el pobrecito en casa para tener dónde dormir sin que le
cobren un mango. No me mires así, mi hija se estaba enamorando de un escritor
que no hacía más que recordarme a Lucas. Hoy solamente quiero que se despierte.
Mara no respondió. Simplemente volvió a
mirar a Martín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario