sábado, 6 de abril de 2013

Debe estar bueno eso de soñar (Cap. III)


       Luis se hizo cargo de todos los gastos, pero los médicos decían que solo podían esperar. Mara iba todos los martes, miércoles y sábados a visitarlo. Le leía la novela inconclusa una y otra vez, como si la abrupta interrupción del relato lo obligase a despertarse para finalizarlo.
       - ¿Cuál es tu opinión de Martín, pa?
       - ¿Cómo? –Luis no esperaba esa pregunta.
       - Lo que escuchaste, ¿Qué pensás vos de Martín?
       Luis pensó cuidadosamente su respuesta.
       - Unos años atrás, te hubiese respondido que probablemente era un mujeriego que engañaba pibas con sus historias, y que se estaba haciendo el pobrecito en casa para tener dónde dormir sin que le cobren un mango. No me mires así, mi hija se estaba enamorando de un escritor que no hacía más que recordarme a Lucas. Hoy solamente quiero que se despierte.
       Mara no respondió. Simplemente volvió a mirar a Martín.

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